Opinión (José Lúcio / Juez): Hoy hablamos de la psicología.


Los portugueses les gusta que no les gusta. Unirse a una salsa, y ver. Simplemente comienza con formación de escoria, algo o alguien.

José Lúcio

(Juez Presidente del Condado de Beja)

No hay nada mejor para la socialización, o merienda más apreciado. Las conversaciones pronto animan, una complicidad despierta repentinamente.

Y esta solidaridad ejercicio para descubrir afinidades, se goza el partido, un sentido común. Cualquier grupo conoce este sabor incomparable, hermandad caliente de malas palabras. voltajes de fundido y animosidades, simplemente relajar los anfitriones, IRman a los espíritus.

Hazte también la experiencia opuesta. Uno de los invitados, sin preparación e ingenuo, que trata de intervenir para emitir elogios o expresar la satisfacción. No importa qué fin o de propósito. No cabe duda de que la intervención pronto causar una mueca de incomodidad y molestias. Sólo tenía que aparecer uno a estropear el medio ambiente. baja temperatura, las almas frías. Era tan bien, por lo que no es divertido.

Normalmente, por lo que sólo para acelerar despedidas. Lo bueno es decir sensaborona y cae tan mal que debe prohibirse para entrar en la lista de nuestros manuales de etiqueta y cortesía.

Creo que este rasgo de nuestra psicología colectiva siempre ha estado presente, pero estoy convencido de que ha ido aumentando peligrosamente. la hipercrítica, Por otra parte intrascendente, porque se agota, no refleja una visión crítica del mundo - a diferencia de, Esto lleva a una actitud de indiferencia apática, y una incapacidad efectiva para distinguir y valor.

A menudo acoger con indulgencia las personas no admisibles y eventos que se imponen cara con severidad y firmeza reprender, porque después de todo lo que son todos los mismos y las cosas son siempre tan; y vemos como natural ignoran y dejan a abandonar las causas y las personas que un sentido elemental de justicia impone acariciar exaltan - y que bien podría hacer una diferencia en off y la tristeza vil en el que el poeta vio el país languideciendo.

Todas las capturas de la misma medida, y así también lo es lo que es como lo que no es. Con este estado de la mente sociedades vegetar, instituciones marchitan. El virus de la incredulidad corrosivo trae consigo la inacción y la impotencia.

Otra manifestación del mismo fenómeno nos trajo engraçadismo que se convirtió en dominante en los principales medios de comunicación. No se puede hablar de cualquier cosa, para más grave y dramática que es, sin sazonar con una prosa graçola o cualquier alarvidade. Alarvidade o ordinarice, los límites se están difuminando en artificial esfuerzo preocupado y ser gracioso a toda costa.

No es un buen estado de ánimo, no. Lo que prevalece es la misma nada impulso de tomar en serio, todos se someten a la misma mirada indistinta. El estado de ánimo está ausente esta tendencia, En realidad amarga y triste. La burla y el sarcasmo expresan más depresión que de buen humor.

Ni que decir tiene, por lo que no hay índices de confianza para resistir. Nada se puede confiar, ya que todo se presenta como nada fiable. Para mí hablar, pensando en mi área. Los cortes son, por supuesto, un magnífico tema de malas palabras - deseable en todo momento, y sin ninguna regla de riesgo (a nadie le gusta tribunales).

Seguramente los lectores que han venido aquí están ahora pensando que por fin se hizo visible el tema de la disertación. Pero me atrevo a decir que no - no son su propio dolor. Fue general y no particular, lo que me llevó a hablar.

Tengo la misma certeza que el otro punto. Esa crónica si también la expresión del mal criticado. Esto es lo que se pregunta relevante y embarazoso. A veces caminamos en círculos y terminamos en el lugar donde queríamos salir.

(Texto escrito bajo la regla anterior a deletrear AO1990, por la opción del autor)


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